martes, 13 de enero de 2015

Déjame volver

El sol se pone en el horizonte. La sombra de un par de gaviotas me distrae por un pequeño instante. Casi como el tiempo en que uno demora en pestañear, que es algo así como 50 milésimas de segundo. Las colillas se acumulan en el cenicero, como los granos de arena que mueve el viento por las dunas. Se siente el letargo del atardecer con cada calada que le doy al cigarro. El humo llena mis pulmones y los deja, como el suave oleaje de la playa que alcanzo a distinguir. Tengo miedo. Tirito más de lo normal. Pienso que la enfermedad está en aumento, pero mis exámenes dicen lo contrario. No sé qué creer. Humo y más humo. Un trago me vendría bien. Hielo, vodka y limón. Combinación ganadora, como dice un amigo. Siento un agradable calor dentro de mi cuerpo. Debe se el alcohol. Decido Salir a caminar.

Ya es de noche. No sé dónde estoy. La oscuridad es omnipresente. Sólo se distinguen los leves destellos de las estrellas. Estoy en una planicie, las olas golpean en el fondo del acantilado. Me inquieta la forma en que se puede haber generado esto. Es prácticamente una terraza al lado del mar. Claro que no fue formada por factores antropogénicos. Me tiro al piso y prendo un cigarro. Algo no va bien. Tengo la misma sensación del día en que mi hermano tomó esa estúpida decisión. Hasta el viento y la temperatura son similares. Vuelvo a pensar en la formación del lugar en el que estoy. Me es imposible dimensionar el tiempo que se requiere para construir esta gran obra. Viento, mar, alzamientos, compresiones. No sé. Qué complejo.

Necesito otro trago. Mi petaca está vacía. Mierda. Quiero estar solo. El viento mueve las malezas que me rodean. Un eterno vaivén de cada tallo. Ida y vuelta. Es como si tuvieran un resorte en su base. El humo se mezcla con el aire. Puedo ver algunas formas, pero se desvanecen rápido. Se me viene a la cabeza el artículo que leí sobre plantear las condiciones de borde para generar la ecuación que describe el humo del cigarro. Imposible. ¿Cómo habrá pintado Van Gogh las bocanadas de humo en La noche estrellada? Ahí se retratan muy bien los movimientos y turbulencias. Pero todo queda en nada. 

Camino, siento la eternidad como la de las carreteras rectas del norte. Líneas eternas en que no se distingue el horizonte. No se puede ver el final. Llamo a un amigo. No hay respuesta. Basta de pensar, siento que mi cabeza va a explotar. Sensación de la primera bocanada de aire después de estar en coma.

1 comentario:

Katrina dijo...

Me gustó! el ver lo que pasa, no entender bien, seguir aún así, confusión descontrolada y luego un respiro y a la vida... que seguro traerá más confusión...

Saludos!