jueves, 23 de abril de 2015

Guitarra ebria

Se escuchaban a lo lejos algunas notas de un instrumento de cuerda. Pero sólo a ratos, en ese instante en que el mar se recoge en silencio tras haber chocado estrepitosamente en contra de las blanca y brillante arena de esta lejana playa. Lejana porque no es en mi país. Suficiente para sentirme un poco melancólico. Más aún sabiendo que me quedaban dos cigarros y ya tenía un par de cervezas en el cuerpo.

Me dediqué a caminar en zig-zag. Desde el mar hasta el fin de la playa cercano a los bosques. Volver al mar, mojarme lo pies, llenarlos de arena en el camino hacia el bosque. Así muchas veces. En uno de esos vaivenes me encontré con este muchacho. Barba incipiente, pero fina, lo que mostraba que aún era un púber o que esa etapa de la vida se había retrasado en él. Un par de dreadlocks cortos y que parecían antenas en su cabeza coronaban su ser.

La melancolía reinante en mí se canalizó en ganas de tocar guitarra. El muchacho, sentado en un tronco en la playa me quedó mirando. Me acerqué y entré en conversación con un hola. Parecía no entender, pero las similitudes idiomáticas entre el español y el portugués hicieron posible la comunicación. Bueno, tampoco le restemos importancia a los gestos.

Ahí estaba el joven frente a mí. La arena se me metía por el pantalón. El suave viento levantaba los granos más livianos haciéndolos chocar con mis brazos dando un sensación de hormigueo. Las manos me picaban, en sentido figurado, porque quería tocar guitarra. ¿Qué estás tocando? fue mi pregunta. Algún grupo de Curitiba fue lo único que alcancé a entender. Un reggae más lento de la habitual, una desafinada voz y la ausencia de la cuarta cuerda. Sirvió para conocer algún grupo de este país que limita con el Atlántico.

Mi turno. Qué complicado tocar sin una cuerda. El alcohol seguía haciendo sus efectos. Lo que me animó y me hizo cantar. Idioma corporal, luego Días de Alejandra con un arpegio extraño debido a la ausencia del Re. Un posterior intento fallido de Cuando yo era un loco. Su cabeza se movía, en lo que intuí era un signo de aceptación.

Su turno. Otras canciones de reggae. Me esperaba algo de bossa nova. Pero no hubo caso. Es que llevo sólo seis meses aprendiendo. Lo contraste con mis doce años tocando guitarra. Claro que yo no toco bien.

Me despedí y seguí mi camino. En busca de una cerveza que me mantuviera ebrio por lo que quedaba de tarde. Me adentré por una serie de puentes de madera que rodeaban el borde costero, entre bosques y el mar. Algo que nunca había visto. El kiosko estaba cerca y la cerveza también.

domingo, 12 de abril de 2015

Más ciclismo

No he escrito nada. El miércoles tengo la presentación privada de mi memoria y me ha tenido bastante ocupado, lo que no quita que haya dejado de pedalear.

Ayer hice mi primera cuesta. Desde Chicureo a La Dehesa. Cerca de 7k de subida con un desnivel cercano a los 500m. Costó, pero lo logré.

Intruseando en Strava encontré que se puede descargar el archivo de GPS (.gpx) de las rutas que he hecho. Descargué la mayoría de los ruteos (creo que sobre 40k) y los cargué en Google Earth para verlos todos a la vez.

Este es el resultado:


Con esto queda en cierto modo plasmado el hecho de no cruzar el Mapocho, salvo en contadas ocasiones.

Tengo una deuda con el sector norponiente de Santiago. Recorrer el barrio del hipódromo, cementerio general, Quilicura, Pudahuel, Conchalí, Renca, Lo Prado, Cerro Navia.

Pero habiendo presentado mi memoria tendré más tiempo para rutear.