viernes, 13 de enero de 2017

Pampa Unión

Ya empezaba a cabecear. La lucha que llevaba codo a codo contra el sueño la estaba perdiendo. Me dejaba atrás y comenzaba a caer en su red. Hasta que me percaté de algo. Algo que irrumpía entre las sequedades del silencio. Algo que no era natural en el paisaje. Al menos no para un extraño como yo. La gente que pasa por ahí ya no las nota. Son una parte más del paisaje. Y así aparecen estas pequeñas estructuras. Unas de latas maltrechas por el sol. Otras de concreto y materiales de construcción más sólidos. Los adornos de diferentes colores, desteñidos casi a blanco, es lo común de estas estructuras. Miento, lo común es el símbolo religioso, esa cruz que algunos dicen cargar y a la que le asignan súperpoderes. Estas animitas aparecen en el desierto, podría decir que están equidistantes una de las otras, pero estaría mintiendo nuevamente. Lo que sí puedo asegurar, es que son muchas y todas están cerca. 

En un momento el sueño me ganó la carrera. Me quedé atrás y caí en un descanso profundo. No creo en el destino, así que llamémoslo coincidencia. Por esas coincidencias desperté en Pampa Unión, bueno, Ex Pampa Unión, para ser más riguroso. Unas ruinas en las que me gustaría haberme detenido. Otro conjunto de objetos que llaman la atención en medio del desierto. Que pasan desapercibidas para los que circulan entre el polvo y los cerros.

Imaginé a los caminantes del desierto. Heridos, sedientos, con las ansias de llegar a algún lugar con prontitud. De llegar al sanatorio de Pampa Unión. Recordé las animitas. Quizá alguna de esas animitas es de algún trabajador del salitre que quedó a medio camino del poblado de Pampa Unión.