lunes, 17 de octubre de 2016

Cuesta Colliguay

Antes de volver a Santiago tenía que decidirme por alguna ruta en las cercanías de Villa Alemana. Algún lugar al que no había ido. Dentro de mis opciones se encontraban: Concón desde Quillota, La Calera y la Cuesta Colliguay. En vista de que tenía ganas de dejar las piernas en el cerro, opté por la última.

El camino para llegar es sencillo. Desde Villa Alemana uno toma la calle Maturana o desde Peñablanca se va por Bernardo Leighton. Ambas calles de juntan antes de llegar al Tranque Recreo, en la intersección del camino Lo Orozco con la ruta F-560.

Desde el cruce hay que avanzar cerca de 9km en dirección a la ruta 68, para encontrarse con el desvío hacia Los Quillayes. En este sector hay casas bacanes. Antiguas, de adobe y otras que parecen palacios del principio del siglo pasado. Casas de campo. El camino hacia la cuesta, por la ruta F-760, es un constante subir y bajar. Nos son bajadas ni subidas muy pronunciadas ni extensas, pero si pueden jugarle en contra a alguien con no tanta experiencia. La ruta es asfaltada y hay hartos árboles, lo que se agradece en días calurosos como el que me tocó a mí.

Adentrándose 9km por la F-760 uno se encuentra con el Embalse Carrizo y también con el fin del pavimento. Justo en ese punto comienza la cuesta. Ésta tiene una extensión cercana a los 6km y una diferencia de altitud de 400m.  

A mitad de camino subiendo la cuesta Colliguay.
Yo hice el ascenso justo donde empieza el sector que denominan "la M", por la forma que tienen las curvas en ese sector, alcanzando los 625m s.n.m. Lo necesario para tener una linda vista del valle donde nace el famoso Estero Marga Marga (CONAF).


Al fondo, el sector de "la M".

Inicio del sector de "la M" y parada final de mi ascenso. En el valle se puede ver el Embalse Carrizo.
Siempre hay que tomar la consideración de bajar con cuidado en ripio. Pucha que hacía falta un par de alforjas para tener un poco de peso en la cola de la bicicleta. La brisa que sale en la tarde refrescó la bajada y también mi cuerpo insolado.

De vuelta a Villa Alemana pasé a comerme una empanada frita de mariscos, que no estaba tan buena, y en casa me comí mi merecido chacarero con la cerveza respectiva.






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