sábado, 10 de octubre de 2015

Cuesta Barriga

Hoy, junto con mi buen amigo Manuel, decidimos ir a pedalear a la Cuesta Barriga. Ninguno de los dos la había subido, así que aprovechamos la instancia de un fin de semana sin muchas obligaciones y partimos. Nos juntamos en su casa, en Maipú, y nos pusimos en ruta.

Tomamos una ruta que yo más o menos conocía, debido a ruteos que había relizado a Melipilla y otras localidades cercanas. Camino a Melipilla fue el elegido. Como partimos tarde, el tráfico se notaba, y como siempre, las micros interurbanas van haciendo de las suyas manejando agresivamente. 

Hay que tomar Camino a Melipilla hasta llegar a Padre Hurtado. En este lugar está bien indicado hacia dónde se encuentra la cuesta así que es muy difícil perderse. 

La ruta que lleva hacia la cuesta es la G-68 y en Padre Hurtado se llama José Luis Caro. Supongo que al igual que la ruta G-78, que era el antigua camino para ir hasta San Antonio, esta fue el antiguo camino para llegar a Valparaíso (tengo que averiguar bien).

Cruzando la Autopista del Sol, nos adentramos a una zona más rural. El verde empieza a abundar y las mariposas comenzaron a aparecer de manera estrepitosa. Creo que nunca había visto tantas. Una de las vistas más lindas del camino sin duda fue el cruce del Mapocho, en el puente Esperanza. No paré para retratarlo, porque pensaba hacerlo a la vuelta.

Cruzar el Mapocho da una sensación extraña, tanto dentro como fuera de Santiago. No me pregunten el porqué, pero creo que plasmé algo de esa idea en una entrada anterior. Desde el puente Esperanza hasta el cruce con Las Violetas son casi 4,5k. Y es aquí donde empieza la Cuesta Barriga. 

La Cuesta Barriga tiene 6k de longitud, con varias curvas entretenidas y una pendiente promedio de 5%. Me la tomé con calma, porque como era la primera vez, había que analizarla bien. Me tomó un tiempo de 26:24 en llegar a la cima. El día soleado y primaveral nos favoreció y nos entregó una linda vista hacia el valle a medida que íbamos subiendo.

En la cima de la cuesta se encuentra el límite de la Provincia de Talagante y la de Melipilla. Acá descansamos un rato, ayudé a un tipo que se le había cortado la cadena y volvimos a Santiago. Me hubiese gustado seguir y llegar hasta María Pinto, pero el tiempo apremiaba.

Cima de la Cuesta Barriga, mirando hacia donde se encuentra la localidad de María Pinto.

Las bajadas a las cuestas siempre son simpáticas, siempre y cuando no esté muy helado -no es muy agradable llegar congelado abajo-. Nos acercábamos al Mapocho nuevamente. Quería tomar la foto desde el puente, pero la ruta nos teníamos en cuenta un cambio de planes y decidimos volver por El Trebal y Camino Rinconada. Desde la ruta G-68 El Trebal nos recibe con una subida bastante empinada, y para mi sorpresa, en una curva, había una vista maravillosa del Mapocho, por lo que me detuve a tomar mi ansiada fotografía.

La ansiada foto. El río Mapocho, el puente Esperanza y el bello paisaje.
El camino El Trebal estaba bien. El camino Rinconada es un asco. Tiene demasiada basura, es una lástima que la gente utilice las bermas y los sectores aledaños a los caminos como basurales clandestinos. Me sorprendió en sobremanera que desde Rinconada se ve en gloria y majestad el Edificio del Costanera Center, Una pena.

El retorno a casa fue tranquilo y fue recompensado con un sánguche peruano de chicharrón (costillar salteado, camote frito, salsa criolla, cebolla morada y salsa de rocoto). Una delicia.

En total recorrí 76k. Un buena distancia para volver a la ruta después de la pausa invernal.

¡Saludos, lectores!


viernes, 9 de octubre de 2015

Olor a ausencia

Cinco de la mañana. Las cortinas abiertas dejan que entren débiles los últimos rayos plateados de la luna. Algunos muebles se interponen a ellos y generan sombras. La botella, transparente, refleja alguno de los rayos y también permite que la atraviesen formando una silueta curiosa contra la superficie de la mesa. Con el vaso y el gin que tiene dentro pasa una situación similar.

La plateada luz de la luna da paso a los primeros rayos rojos del sol. Un rojo amanecer, como dice una buena canción. Ha sido una noche tormentosa. Sigue la tónica de las últimas noches. Sólo quedan muebles. Ella ya no está.

Es difícil darse cuenta de ese momento en que el alcohol se vuelve tu nueva compañía. Algunos dicen que es el único compañero fiel. Yo no creo en esas patrañas. Pero para algunos es así. Buscar respuestas en el fondo de un vaso, mientras balbucea frases inconexas. Aunque dentro de esas frases sin sentido aparecen momentos de lucidez. Algo así como los ancianos cuando tienen alzhéimer. Un chispazo, como un delta de Dirac, y se fue todo al carajo de nuevo.

"Tengo una duda, ¿quién inventó el olor a ausencia?" murmuraba en uno de esos momentos. "Ausencia es cuando una mujer o un hombre ya no están más" seguía balbucenado el hombre en su pieza. Y volvía a repetir lo mismo entre lágrimas y risa.

¿Quién inventó el olor a ausencia?

Hasta el día de hoy me pregunto cómo olerá la ausencia.