domingo, 18 de noviembre de 2012

Helado


Despierta y no siente ruidos en la calle, recuerda que es domingo y cortan el tránsito en Santa Isabel para que la gente del barrio haga deporte entre San Ignacio y Portugal. Se asoma por la ventana y un par de jóvenes pasa andando en bicicleta, una familia pasea a su perro y dos niños juegan en la plaza. Cierra la cortina y sigue durmiendo.

El calor en Santiago es insoportable, así que el joven vuelve a despertar, esta vez por el ruido de los automóviles; son más de las dos de la tarde por lo que los autos vuelven a pasar con normalidad por Santa Isabel. Se levanta de la cama y parte al baño, siente los pies doloridos pues trabajó las dos noches anteriores como barman en matrimonios. Se cepilla los dientes, lava su cara y vuelve a la cama. Recuerda que ya terminó de leer el libro de Díaz Eterovic, extraña a Rendic y comienza a leer Ángeles y Solitarios, también del croata. Los almuerzos con su familia son algo que detesta, siempre silencio y temas banales; nunca se conversa nada de política ni de temas filosóficos. Almuerzo.

Otra vez en su pieza sigue con la lectura, sabe que tiene que hacer miles de cosas para la universidad, pero prefiere leer, ha pasado mucho tiempo de su vida sin leer y quiere recuperarlo. Mientras lee suena King Crimson en su computador, Discipline. En la pieza, con vista al poniente, comienzan a ingresar los primeros rayos de sol de la tarde, que hacen que se eleve la temperatura de la pieza; el joven, acostado en su cama, estira su brazo y tira del cordel para cerrar la cortina más gruesa, que aísla en parte el calor y evita que el sol llegue sobre su cabeza. La ventana está abierta y bajo la ventana, apoyada en la pared está la guitarra de su hermano. El viento del Oeste mueve las cortinas, las que pasan a llevar las cuerdas de la guitarra produciendo sonido. Andrés suelta el libro y comienza a pensar en lo que quiere hacer con su vida, está harto de su carrera y preferiría estudiar otra cosa, gastronomía.

Llega la hora de la tarde en que el sol se esconde tras el edificio que está al frente de la pieza de Andrés, por lo que el joven abre las cortinas para que ingrese el viento fresco de la tarde. Aún hace calor en Santiago. Decide ir a ducharse, no tarda más de cinco minutos, esto se debe a que hay algún problema en la casa, no sabe si en el calefont o con la presión del agua que hace que se enfríe muy rápido el agua en la ducha. Sale de la ducha, y se dirige a su pieza, se pone su polera favorita, unos shorts naranjos, que en alguna ocasión unos amigos le dijeron que eran color sandía, chalas y baja al local que está a la salida del edificio a comprar helado. El único que había era de chocolate cereza. Lo paga y vuelve a su departamento, a su habitación. Suena el Islands de King Crimson. Toma el computador y comienza a escribir.

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