Apareció como una mancha negra en
el cielo. Se movía con gran velocidad. En principio daba la impresión de ser un
OVNI, pero todos sabemos que esas cosas no existen. Venía junto con el viento
sur-norte que sopla por las tardes en Santiago. Mantenía su viaje a velocidad
constante, trazando una trayectoria horizontal. En principio era pequeña, pero
pasado un rato ya se podía ver su verdadero tamaño, casi como una pelota de
fútbol. Bueno, tal vez era más pequeño. A medida que avanzaba hacia mí pude ver
los detalles. Tenía color, fucsia, rojo. No pude distinguir más. También tenía
un hilo colgando. Era un globo. Perteneció a una cabra, su pololo se lo dio
porque ese día cumplieron 1 año juntos. Lo que él no sabía, es que ella ya se
había dado cuenta de todo. Cuando lo recibió, inmediatamente lo soltó. Como
estaba relleno con helio se elevó al cielo y comenzó su trayecto. En principio
se alzó tímidamente, haciendo unos pequeños vaivenes, pero lo atrapó la
corriente de aire y se alejó. Ella se fue corriendo. Él se quedó inmóvil, no
supo cómo reaccionar. Con los últimos rayos del sol el globo comenzó su
descenso. Terminó su viaje en Vicuña Mackenna, donde fue aplastado por una
micro. Ahí terminó todo. Ahí se acabaron todas las promesas de amor. Con la
explosión murieron todos los recuerdos que ella tenía de él.
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