-¿No tenís otra
cosa que decirme?
-Y cachai que
estaba en el carrete y apareció ella.
-Puta, sí, pero
acá no te lo puedo decir. Siento que hay mucha gente alrededor, y esta hueá es
seria, onda, pa’ conversarlo solos.
-¿la pulenta? ¿Y
qué onda, hueón?
-Dale, ¿te
parece si nos bajamos en dos estaciones más? Por ahí hay un café. Es un lugar
súper tranquilo, nunca va mucha gente, quizá uno o dos escritores, pero siempre
están concentrados en lo que escriben. Le importa un bledo la gente que va pa’l
café.
-Sí, la dura. Hueón,
te juro que quedé pa’ la cagá, estaba más rica que la chucha, con unos
pantalones terrible apretados, se le veía la media raja. Pa’ que te cuento el
escote que tenía. Uf, me acuerdo y me caliento.
-Ya po’, tú me
guías, sabes que no conozco estos sectores.
-De más po’,
socio, si la cabra está terrible buena. ¿Y pasó alguna hueá?
-Cambiando un
poco el tema, me acurdo que estabai planeando un viaje a Chiloé, ¿en qué quedó
eso?
- Ni te cuento
mejor, quedó la cagá.
-No cacho, tuve
un atado en mi casa y tuve que gastar la plata que tenía pa’ eso. Igual, si
logro volver a juntarla parto pa’ allá lo antes posible.
Se inicia el
cierre de puertas.
-Chucha, acá me
bajo, socio, otro día me terminai de contar, chao.
-Ah, pucha, ¡qué
lata!
-Ten más
cuidado, cabrito. No andes empujando. Como te iba diciendo, María, me compré
unos collares en la calle, están súper bonitos, cuando lleguemos a la casa te
los muestro.
-Sí, pero así
son las cosas. Igual, en una de esas podría partir no más, si me animo más,
podría irme a Argentina, tengo unos amigos allá, viven cerca de Buenos Aires.
-¿Y cuánto te
costaron, abuelita?
-Es bonito
Buenos Aires, voy todos los años para allá, casi siempre pa’ algún fin de
semana largo. Aprovecho de comprar libros y cd’s.
-Eso no es de tu
incumbencia, no tengo por qué decirte cuánto gasto en mis cosas.
-¿Acá nos
bajamos?
-Perdón, tenía
curiosidad por saber. Oye, abuelita, ¿me puedes comprar un helado en el almacén
que está cerca de tu casa?
Se inicia el
cierre de puertas.
-Sí, vamos, apúrate,
que nos quedamos arriba.
-Bueno, pero no
le digas a tu mamá, que después me reta por dejarte comer a deshoras.
-¿Jorge? ¿Jorge
Díaz?
-¡Ya!
-¡Jaimito!
¡Tanto tiempo sin vernos! ¿Qué ha sido de tu vida?
-Aquí estamos,
compadrito. Buscando pega, la cosa está cruda, mi señora también está sin pega,
y mi hijo mayor entró a la u, no sé qué voy a hacer.
-Pucha,
compadrito, qué mal.
-Sí, ¿tenís
algún dato de pega? En lo que sea.
-Puta, no,
parece que la cosa anda mal en todos lados.
-Así parece. Ya,
compadrito, me bajo acá. Que estés bien, saludos a tu familia.
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