domingo, 31 de marzo de 2013

Caos


-¿No tenís otra cosa que decirme?
-Y cachai que estaba en el carrete y apareció ella.
-Puta, sí, pero acá no te lo puedo decir. Siento que hay mucha gente alrededor, y esta hueá es seria, onda, pa’ conversarlo solos.
-¿la pulenta? ¿Y qué onda, hueón?
-Dale, ¿te parece si nos bajamos en dos estaciones más? Por ahí hay un café. Es un lugar súper tranquilo, nunca va mucha gente, quizá uno o dos escritores, pero siempre están concentrados en lo que escriben. Le importa un bledo la gente que va pa’l café.
-Sí, la dura. Hueón, te juro que quedé pa’ la cagá, estaba más rica que la chucha, con unos pantalones terrible apretados, se le veía la media raja. Pa’ que te cuento el escote que tenía. Uf, me acuerdo y me caliento.
-Ya po’, tú me guías, sabes que no conozco estos sectores.
-De más po’, socio, si la cabra está terrible buena. ¿Y pasó alguna hueá?
-Cambiando un poco el tema, me acurdo que estabai planeando un viaje a Chiloé, ¿en qué quedó eso?
- Ni te cuento mejor, quedó la cagá.
-No cacho, tuve un atado en mi casa y tuve que gastar la plata que tenía pa’ eso. Igual, si logro volver a juntarla parto pa’ allá lo antes posible.
Se inicia el cierre de puertas.
-Chucha, acá me bajo, socio, otro día me terminai de contar, chao.
-Ah, pucha, ¡qué lata!
-Ten más cuidado, cabrito. No andes empujando. Como te iba diciendo, María, me compré unos collares en la calle, están súper bonitos, cuando lleguemos a la casa te los muestro.
-Sí, pero así son las cosas. Igual, en una de esas podría partir no más, si me animo más, podría irme a Argentina, tengo unos amigos allá, viven cerca de Buenos Aires.
-¿Y cuánto te costaron, abuelita?
-Es bonito Buenos Aires, voy todos los años para allá, casi siempre pa’ algún fin de semana largo. Aprovecho de comprar libros y cd’s.
-Eso no es de tu incumbencia, no tengo por qué decirte cuánto gasto en mis cosas.
-¿Acá nos bajamos?
-Perdón, tenía curiosidad por saber. Oye, abuelita, ¿me puedes comprar un helado en el almacén que está cerca de tu casa?
Se inicia el cierre de puertas.
-Sí, vamos, apúrate, que nos quedamos arriba.
-Bueno, pero no le digas a tu mamá, que después me reta por dejarte comer a deshoras.
-¿Jorge? ¿Jorge Díaz?
-¡Ya!
-¡Jaimito! ¡Tanto tiempo sin vernos! ¿Qué ha sido de tu vida?
-Aquí estamos, compadrito. Buscando pega, la cosa está cruda, mi señora también está sin pega, y mi hijo mayor entró a la u, no sé qué voy a hacer.
-Pucha, compadrito, qué mal.
-Sí, ¿tenís algún dato de pega? En lo que sea.
-Puta, no, parece que la cosa anda mal en todos lados.
-Así parece. Ya, compadrito, me bajo acá. Que estés bien, saludos a tu familia.

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